Pepe Moco es un niño con retraso mental que vaga por las calles publicitando a un candidato presidencial que prometió llevar a la selección nacional a la Copa del Mundo. Beto se gana la vida robando y usa el grafiti para manifestar su insatisfacción con la vida. Pronto, ambos entablarán una amistad.
En su tercer largometraje, Julio Hernández Cordón vuelve a difuminar las líneas que dividen ficción y realidad al mismo tiempo que asume una aproximación más experimental y onírica. La historia de una peculiar amistad sirve para abordar el pasado y el presente de la vida política guatemalteca.