La pandemia de COVID-19 obligó a muchos a quedarse en casa, lo que impidió que la gente se encontrara en la vida real. A falta de cualquier conexión física, una vieja cámara de 16 mm, una lente de zoom y unos metros de película caducada forjarían modos alternativos de contacto entre vecinos.
La película de cuarentena de Alice Rohrwacher escapa de la claustrofobia de las videollamadas en busca de conexión a través de un lente con zoom y los rostros de sus vecinos se capturan en 16mm acompañados por la narración de la directora. Joya humanista que brilla dulcemente bajo el sol italiano.