Recorriendo las calles cubanas, Lav Diaz (el famoso director filipino) y Gustavo Flecha (un parlanchín taxista cubano) platican sobre política, migración, las condiciones sociales y el amor. Al mencionar diversas historias y experiencias personales, este dúo crea retratos de sus respectivos países.

Formalmente inventivo, este truco cinematográfico de prestidigitación de Tommaso Santambrogio muestra el lado más sincero de Lav Diaz. Tras iniciar como un documental de cámara oculta se transforma en una ficción sobre la culpa y la soledad rodada en la antigua casa de Ernest Hemingway en La Habana.