Marta, de trece años, su madre y su hermana se mudan de Suiza a un pequeño pueblo calabrés donde Marta es enviada a la iglesia católica local para prepararse para su confirmación y quizá hacer amigos, pero la religión que encuentra y la forma en que ésta domina las vidas de la gente son extrañas.
Azules celestiales se salpican de rojo e iconos religiosos titilan y caen en la ópera prima de Alice Rohrwacher quien, con la fotografía de Hélène Louvart, trenza los descubrimientos de la infancia y los vuelve elevadas cuestiones de fe en una historia de crecimiento hogareña y divina a la vez.