Una calle virtual de Miami es el telón de fondo de un desesperado auto-sermón sobre nuestra realidad hipermediatizada y nuestro deseo de inmortalidad.
“Somos temporales”, repite una voz mientras la cámara se desliza sobre los detritos urbanos generados por computadora. Este estudio sobre tecnología nos sumerge en su escenario premonitorio como si estuviéramos solos dentro de un videojuego. Un salto extremo de la pantalla grande al vacío digital.