“Creíamos en lo nuevo, que ya había bandas que lo estaban haciendo, Virus, Los Twist. Ibamos tocando y empezaban a aparecer los primeros fans. Esa carrera aglutinaba gente que no sabía qué carajo hacer con su vida, como nosotros. Uno sentía que estaba en una cofradía de gente sin rumbo: nos la pasábamos escuchando música, poníamos pegamento para alfombras en el piso y prácticamente nos drogábamos y no hacíamos un carajo. Por otro lado, me daba cuenta de que cualquier cosa que aprendiera fuera de la música terminaba siendo por la música.”