Por casualidad, la cineasta superpuso accidentalmente, en el mismo material fílmico de 16 mm, el retrato arquitectónico de una universidad en Bogotá — un monumento de ladrillo en el estilo de la Bauhaus — y el retrato de Jenny, una milenial transgénero que habla sobre su adicción a la heroína.
El Edificio 303, demolido, fue un lugar de activismo y masacre, e icono de Bogotá. La universidad y su grafiti político hechizan este fantasmal corto y se inmiscuyen en el retrato de un adicto que lo está dejando. Película de ruina y sobrevivencia inspirada por sus «obras de arte vivientes».